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La inolvidable experiencia de Ezequiel Valle en Japón

Fue parte de la conferencia de la ITBF hace un par de semanas, y desde ahora formará parte del Comité Ejecutivo de la entidad

Por Ezequiel Valle (Cortesía de Turf Diario)

En el marco de la 18° edición de la International Thoroughbred Breeders Association (ITBF) Conference me tocó viajar a Japón para representar a OSAF en dicho evento. La ITBF realiza cada dos años, y de manera itinerante, un encuentro que se divide en dos partes: un primer día en el que se abordan cuestiones veterinarias (sobre todo el estado de situación epidemiológica y sanitaria) de los principales países productores de SPC; y al día siguiente varios de los miembros exponen cuestiones inherentes a la cría y al presente de su industria. La ITBF está conformada por 27 asociaciones de criadores de todas partes del mundo, entre los que se encuentra la Asociación Argentina de Criadores, y también la Organización Sudamericana de Fomento Equino (OSAF). La ciudad elegida para el evento fue Tokio, y no podría haber sido mejor. La capital japonesa nada tiene que envidiarle a ciudades como Londres, París o Nueva York.

Podría empezar por profundizar sobre lo interesante que fue la conferencia, algo que sí haré más adelante, pero hay un punto en el que quiero detenerme para comenzar a compartir la riquísima experiencia que me tocó vivir estos días: Japón. Para poder comprender el porqué este país asiático es lo que es, no se puede dejar pasar por alto su historia más reciente. Japón es una nación que en el último siglo se repuso a sucesos que, casi con seguridad, ningún otro país lo hubiese podido hacer con tanta entereza. No voy a sumergirme demasiado en los hechos, pero solo mencionar que los nipones se sobrepusieron a una Guerra Mundial -con bomba atómica incluida- y a varios azotes de la naturaleza, -especialmente la última tragedia de 2011-  en donde un brutal terremoto y tsunami  se cargaron con miles de vidas y destrucciones varias. No obstante, todas esas desgracias -en lugar de achicarlos- les dio la fortaleza para crecer y ser hoy potencia mundial. Y no hay que olvidarse que son un conjunto de islas en donde toda la superficie del país equivale prácticamente al tamaño de la Provincia de Buenos Aires.

Todo lo que los japoneses se proponen, tarde o temprano, lo consiguen. Perseverancia, conducta, inversión, capacitación, metodología y trabajo duro son algunos de sus secretos para llegar al éxito. Nada se hace mal en Japón, porque lo que no saben no lo hacen o están en proceso de desarrollarlo. ¿Autos? Son líderes en la industria automotriz. ¿Tecnología? De punta. ¿Gastronomía? Reconocidos mundialmente. ¿Bebidas? Japón no sólo es famoso por el sake, sus cervezas nada tienen que envidiarles a las mejores de Alemania y en materia de whisky me animaría a decir, sin ser un experto, que podrían poner en aprietos al mejor scotch.  Y así podría seguir mencionando segmentos en los que han sabido posicionarse como referentes… pero sí quiero profundizar en uno en donde ya no son una sorpresa: el turf.

La industria hípica en Japón es digna de admiración y de cierta envidia también. Han logrado desarrollarla en las últimas décadas a la perfección y hoy disfrutan de ello.  Dejaron de ser actores de reparto para empezar a cumplir papeles protagónicos. Ya no sorprende ver como sus caballos ganan grandes premios alrededor del mundo o son máximos protagonistas de competencias como el Arco del Triunfo, el Derby de Kentucky, la Dubai World Cup, etc. Y nada de eso es casual. Todo es consecuencia de un plan ejecutado a la perfección, luego de años de capacitación e inversión, sumado a un Estado que ve en el turf a una industria fuerte que, además, es una fuente de ingresos genuinos: En 2023 la hípica japonesa facturó 23 mil millones de dólares…

Las carreras de caballos en Japón se rigen por dos asociaciones: la JRA (Japan Racing Association), quien depende del Ministerio de Agricultura; y la NRA, que es dirigida por los gobiernos locales en todo el país. La JRA, posee 10 hipódromos y la NRA 15 pistas, entre ambas el año pasado se llevaron a cabo más de 18 mil carreras, siendo las de la NRA las que más veces se corrieron. Para poder comprender a grandes rasgos cómo funciona una y otra, la JRA es la que cuenta con las carreras selectivas y la NRA las de menor jerarquía. Como si una fuera la Primera A y la otra la B Nacional para explicarlo en términos futbolísticos. En ambos casos la mayor fuente de ingreso es el juego, es en el betting en dónde uno encuentra el origen de tanto poderío económico. En 2023 se apostaron casi 30 mil millones de dólares… De más está decir que todas las apuestas se llevan a cabo de manera oficial, no existe la figura de los bookmakers -como pasa en Inglaterra- y mucho menos existe el juego ilegal. ¿Qué hacen con las utilidades? Fácil, parte va al Estado y parte vuelve a la industria a través de subsidios para infraestructura y mantenimiento, incentivos, premios, investigación, centros de entrenamiento, etc, etc.

El corazón de la industria del turf en Japón se encuentra en la isla de Hokkaido, en donde nacen el 98 % de los caballos Sangre Pura de Carrera de dicho país. Tuve la suerte de visitarla y estando allí uno empieza a entender un poco todo. Antes de aterrizar al ver por la ventana del avión uno vislumbra el contraste con Tokio. Uno pasa de una urbe de cemento y rascacielos inundada de personas, a una isla de tierra  (mejor dicho cenizas volcánicas mayoritariamente), rodeada de montañas, en donde predomina el color verde -de abril a octubre- y el blanco de la nieve -entre noviembre y marzo-. Ese clima hostil del invierno, en donde el termómetro llega a marcar -25°, hace que mucha gente haya migrado de esta isla rural a las grandes ciudades de Japón. Actualmente, tan solo el 4% de la población nipona habita en Hokkaido, es por eso que por momentos cuesta cruzarse con alguna persona al transitar por la isla.

En la zona de Hidaka, entre el mar y las montañas, se encuentran los principales haras. En realidad son dos los más importantes criadores en Japón y entre ellos producen la mayoría de los caballos y, por ende, son los que más ganan. Los hermanos Teruya y  Katsumi Yoshida, dueños de Shadai y Northern Farm respectivamente, son los que dominan la escena de la hípica allí. Fue su padre Zenya quien revolucionó la cría japonesa al importar desde los Estados Unidos al caballo Northern Taste (Northern Dancer) primero y años más tarde al mítico Sunday Silence. Este hijo de Halo fue de alguna forma, la piedra fundacional de este imperio. Luego lo continuó Deep Impact, su mejor descendiente, y hoy hay que hablar de nombres como los de Kizuna y Kitasan Black… Probablemente en un futuro no muy lejano serán Contrail y Equinox los que continúen con el legado. Sunday Silence fue a Japón lo que Danehill a Australia o Storm Cat a Estados Unidos.

Además de las visitas a Shadai Stallion Station, Japan Bloodhorse Breeders Association (JBBA) y a la sucursal de Darley allí (la más pequeña y austera de las cinco operaciones del Sheik Mohammed en el mundo, pero sí la única rentable), me impactó también el centro de entrenamiento que posee la JRA. Sobre un predio de 1500 hectáreas, se encuentran pistas de todo tipo y superficie para que los caballos japoneses alcancen sus mejores resultados. Sorprende ver una pista techada de 1000 metros de recta, o gallops que replican a los que se encuentran en Newmarket, Inglaterra.  Maravilloso.

Volviendo a la conferencia de la ITBF, tema que prometí abordar unos párrafos atrás, fue una gran oportunidad para mostrarle al mundo cómo está la industria en Sudamérica. Puertas adentro, todos los integrantes de la hípica en la región sabemos que son muchos los problemas y desafíos que tenemos que enfrentar. Es gigante el trabajo que hay que hacer para poder poner a nuestra actividad, la que tanto amamos, en un lugar mejor. Pero no por eso uno deba omitir todas las grandes cosas que hemos alcanzado, principalmente, por el permanente esfuerzo y la inversión que vienen haciendo los criadores. Y en torno a ese ímpetu es que junto con el equipo de OSAF quisimos encarar la presentación que me tocó llevar a cabo frente a criadores y autoridades hípicas de todo el mundo, entre los que se encontraban el Presidente de la International Federation of Horseracing Authority (IFHA), Winfried Engelbrecht-Bresgeshas, escoltado por sus vicepresidentes Masayuki Goto y Horacio Espósito. Creanme que todos se sorprendieron al ver el avance genético que tuvo la región en los últimos 20 años gracias a la llegada de padrillos como Giant’s Causeway, Scat Daddy o Harlan’s Holiday, por nombrar a algunos, y los excelentes resultados que están obteniendo -tanto en las ventas como en las pistas- las crías de las más de 120 yeguas madre sudamericanas que se exportaron a Japón en los últimos años. Todo eso, sumado a los grandes logros alcanzados y a las inversiones que están haciendo en USA los criadores latinoamericanos, como Don Alberto, Firmamento -del que me enorgullece ser parte-, Sumaya, Bonne Chance, Porta Pía, Teneri Farms, etc, captaron la atención de todos los presentes.

Al finalizar la conferencia, se llevó a cabo la renovación de autoridades de la ITBF, en donde se volvió a designar como Presidenta a Kirsten Rausing, propietaria de Lanwades Stud, en Inglaterra,, y me enorgullece haber sido electo para ocupar un lugar en el Comité Ejecutivo junto con Juan Cruz Ramallo, Presidente de la Comisión de Carreras del Jockey Club de San Isidro.

No podía haber habido mejor manera de culminar el viaje que teniendo la posibilidad de asistir a la 70° edición del Derby Japonés. He tenido la suerte de presenciar carreras como el Arco del Triunfo, el Kentucky Derby, la Dubai World Cup, o varias Breeders’ Cup y jamás en ninguna de ellas experimenté algo semejante. No solo las dimensiones del Hipódromo de Tokio y la convocatoria impactan -asistieron 78.678 espectadores (casi 7 mil más que la edición del 2023)- y se apostaron 45.738.281.600 yenes, algo así como 305 millones de dólares. ¡Una locura!

Llama la atención el tipo de público que va a las carreras. En general son jóvenes de entre 20 y 30 años, tanto hombres como mujeres, y muchas parejas con hijos chicos. Y como todo en Japón, nada es casualidad. Basta transitar por el túnel que comunica la tribuna con el centro de pista para entender ese fenómeno. En los casi 500 metros que uno camina desde un extremo al otro, se ve en las paredes del mismo una serie de dibujos infantiles que reflejan todo lo inherente a la industria del turf, desde el parto, pasando por la doma, el entrenamiento, subastas, la conformación de los caballos, pelajes, y miles de cosas más. Para imitar.

La seriedad y profesionalismo con la que se desarrollan las reuniones hípicas es admirable. Entre carrera y carrera más de 100 personas -juro que las conté- ingresan a la pista de césped para corregir las imperfecciones que puedan haber quedado de la carrera anterior.  La pista de arena se riega con tres camiones hidrantes y cinco tractores se encargan de pasar la rastra para que el estado de la misma sea óptimo. A la hora de poner las gateras en la pista, previamente se toman medidas con un metro para verificar que la ubicación de la misma sea precisa. Como si todo eso fuera poco, y para preservar la integridad de las carreras y el juego, los jockeys deben quedar concentrados en el hipódromo-aislados e incomunicados con el mundo exterior- hasta 48 horas antes de correr. Increíble.

Fue muy enriquecedor haber podido compartir todas estas experiencias junto a criadores de los cinco continentes representando a Sudamérica y, obviamente, al Haras Firmamento. Regreso de Japón maravillado, por su turf, su rica cultura y, principalmente, por la calidez de su gente.

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