ArgentinaInternacional

El viaje termina en casa: Ignacio Correas IV anunció su retiro

A los 65 años, el cuidador argentino que brilló con Blue Prize, Doña Bruja, Kasaqui y Didia decidió poner fin a su campaña y regresar a su tierra

Por Diego H. Mitagstein.- Turf Diario.- Después de casi un cuarto de siglo escribiendo una historia de esfuerzo, humildad y gloria en los Estados Unidos, Ignacio Correas IV decidió que llegó el momento de bajar el telón. A los 65 años, el entrenador argentino que dejó una huella imborrable en la hípica estadounidense -y que ya la había dejado en su país natal mucho antes-, anunció que se retirará a fines de 2025 para regresar definitivamente a la Argentina.

“Tuve muchísima suerte. Jamás soñé con tener la carrera que tuve. Si cuando llegué me decían que iba a trabajar duro, tener 20 caballos y vivir de esto, habría sido más que feliz”, contó Nacho, con la emoción contenida que se percibe en quien hizo mucho más que cumplir un sueño.

El mundo lo recuerda, sobre todo, por esa inolvidable tarde de noviembre en Santa Anita Park, cuando Blue Prize desató su mejor versión para llevarse el Breeders’ Cup Distaff (G1) en 2019, coronando un camino lleno de obstáculos, esperas, y triunfos forjados a puro trabajo. Pero su historia empezó muchos años antes, en un rincón bien distinto del mapa.

La sangre turfística corre por las venas de los Correas desde 1872. Ignacio creció entre caballos y aspiró -como tantos- a ser jockey, hasta que la altura y el físico le pusieron otros planes en el horizonte. Fue parte de la formidable maquinaria familiar del Haras Las Ortigas, vivió etapas de formación en Brasil, Francia, y en la Argentina como peón y luego cuidador, antes de tomar por primera vez una licencia de entrenador en 1984. Pronto, sus colores empezaron a lucirse con brillo en Palermo y San Isidro, hasta que la inestabilidad económica del país lo llevó a barajar y dar de nuevo.

En 2001, casi sin red de contención, se instaló en Estados Unidos con el impulso clave de Diane Perkins, amiga de la familia y dueña de Wimborne Farm y del Haras San Francisco de Pilar. Empezó de cero. De cuidar 40 caballos propios en Argentina a trabajar como empleado de otros: fue ayudante, peón, galopador, , veterinario auxiliar. Durmió poco, viajó mucho y soñó más. Cada puesto que ocupó fue parte de un aprendizaje incansable.

Entre 2003 y 2009 trabajó para Bill Currin en California, luego pasó por Southern Equine en Louisiana y por Sagamore Farm en Maryland. El gran salto llegó en 2015, cuando a los 56 años se lanzó como entrenador independiente con un solo caballo. Perkins, como tantas veces, apareció en el momento justo: fue ella quien reclamó una modesta yegua de 25.000 dólares para que Ignacio pudiera empezar su nueva etapa.

Ese mismo año llegó Kasaqui (Lasting Approval), un tordillo argentino que había mostrado poco en Buenos Aires, pero que en manos de Correas se convirtió en un caballo clásico de G1 en el norte. Fue segundo en el Arlington Million (G1) y ganó el Wise Dan Stakes (G2), marcando el inicio de una seguidilla notable de rendimientos y campañas que terminarían de consolidar el nombre del argentino.

Luego llegarían la mencionada Blue Prize, Doña Bruja (Storm Embrujado), Didia (Orpen), Le Da Vida (Gemologist), Mufasa (Practical Joke) y otros tantos caballos que representaron con dignidad -y, muchas veces, con éxito rotundo- la escuela del entrenamiento argentino, esa que Correas supo adaptar a una estructura competitiva y exigente como la de Estados Unidos.

En total, sus pupilos ganaron hasta ahora 297 carreras y más de 20 millones de dólares en premios en suelo norteño. Pero más allá de las estadísticas, Correas deja una herencia de integridad, trabajo silencioso, dedicación extrema y amor genuino por el caballo.

“Entrenar es una vida de aprendizaje. Siempre miré a otros entrenadores, tratando de entender lo que hacían, de aprender algo más. Hay mil caminos para llegar al círculo de ganadores, y todos son respetables”, dijo alguna vez.

En un tiempo donde el turf global necesita más historias inspiradoras que simples estadísticas, la de Ignacio Correas IV será recordada como una de las más nobles. Se va con la frente en alto, con la maleta cargada de recuerdos y el corazón listo para volver a latir en la tierra que lo vio nacer. Argentina lo espera con los brazos abiertos. Él, después de todo, nunca dejó de pertenecer.